04 diciembre 2009

Crónica de Abril esperada II






Esa labor de parto fue tan triste e inútil, sin fuerzas, sin fuente. Fui llevada sin conciencia médica a un rincón mis lágrimas no conmovieron a nadie. Al llegar a quirófano con 35 minutos de labor de parto y nada. Nunca había visto tantos ojos bellos como en ese momento, será que es lo único que se les ve a los doctores, sólo mujeres había en la sala, los hombres cobardes huyeron al ver el fracaso del parto. Ojos tapatíos, hermosos. Ojos acusadores llenos de coraje y odio. Me miraban como asesina y las voces se acrecentaban a mi alrededor “Usted va ser la culpable si su hijo le pasa algo. Rompían el silencio acusando y señalándome si miramientos. Yo sudorosa y llorando les decía ya no puedo más. La pequeña coronó y ya sin fuerzas me llevaron hacerme cesárea. Crucificada me anestesiaron, no sentí nada, quería mover los pies y nada. Quería ver a través del circo que ponen y tampoco pude, me quise dormir pero me aguanté. Nació el 5 de noviembre a las 12:35 del medio día y lloró hasta los cinco segundos de nacida. Pasaron 15 segundos y nadie me decía nada. Yo volteaba para ver que me decían y nadie hablaba, sólo los ojos acusadores, hasta que una doctora me dijo: “su hija está muy grave no la llevamos a observación, a urgencias” esas palabras fueron como si una espada atravesara mi corazón, las lágrimas salieron sin prisa como ríos que no pararon hasta el día siguiente.












6 de noviembre. Mi Dante se presentó a la hora de visita que fue a las 10:00. En cuanto lo vi lloré contándole lo acontecido. Nadie me daba informes sobre mi pequeña que aún no conocía. Las trabajadoras sociales buenas para nada, bueno para el chisme si lo son. Nunca me ayudaron a conseguir información, ni siquiera para aliviar mi incertidumbre. Después de dos días por fin me llevan líquidos, en eso llega una mujer y me dice que van a trasladar a mi hija a otro hospital, y las lágrimas inician a salir a toda prisa. Les decía que yo ni la conocía ni la había visto y ya se la iban a llevar y yo allí con mi herida. La impotencia me tomó de los tobillos y me sumergió en un triste y agudo dolor. En ese momento la Jefa ordenó que me llevaran a verla pasar del UCIN a la ambulancia. Ese momento fue tan mágico: los dolores se esfumaron al ver el enorme regalo que Dios me había dado: una princesita tan bella tras la vitrina transparente, con su cabellera negra y regordeta, la vi sana. Eso mismo me dijo la enfermera, Geno, que me llevó a verla.







Ese día yo permanecería en el hospital hasta el día siguiente. A la niña se descanalizó y los camilleros no la quisieron esperar, llegó a las 12:35 de la noche de regreso al hospital donde yo me enconetraba. Y una doctora muy amablemente me llevó el recado. Al día siguiente querían que me quedara en urgencias con ella, pero no podía, ya que traía bata y no estaba dada de alta. Las enfermeras de ese turno eran muy déspotas. Fui a trabajo social hablarle a Dante para que se viniera con la niña a cuidarla a urgencias y le dije que me pusiera saldo para estar en contacto.
07 de noviembre. Hoy salí del hospital con las manos vacías, mi regazo vacío y el alma adolorida. Dante traía una tristeza acuosa que me conmovió. Indicaciones: movimientos circulares en el vientre para que se contraiga el útero. Fajarse. Tomar muchos líquidos, verduras y frutas. Nada de carne de puerco. Ese día por la tarde la pequeña recibió su primera comida con jeringa que no quería pero al final de ingerirla, se rió de la vida un poco.
07 de noviembre la subieron a piso. Desde ese momento hasta el 12 de nov. Que la dieron de alta estuvimos turnándonos para cuidarla.

Hoy estamos desvelados pero felices con nuestra princesa en casa.











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